julio 2, 2014
La Ciudad Más Lluviosa de Europa, Supuestamente
Según varias páginas web, Bergen es la ciudad más húmeda, lluviosa del continente europeo. ¡No te creas una sola palabra! Unos amigos y yo estuvimos en la ciudad hace poco y, en los tres días que pasamos allí, no nos cayó ni una sola gota de lluvia. En cambio, tuvimos mucho sol – tanto, que nuestras mejillas se pusieron más rojas que los langostinos que se venden en la lonja de Bergen (puedes ver las fotos más abajo).
En 200 kilómetros a la redonda solo había cielos claros y soleados, salvo algunas nubes esponjosas. Sólo en el horizonte se apreciaba, en algunas ocasiones, la reminiscencia de algo parecido a una lluvia ligera. Los lugareños también estaban realmente sorprendidos – ¡nunca habían tenido días de verano sin lluvia!
Bergen fue una vez la ciudad más grande de Noruega, así como la capital del país, y también el centro neurálgico del comercio de la Liga Hanseática. Bueno, puede que las cosas fueran así hace siglos, pero ya no. Ahora es una pequeña ciudad, relativamente tranquila, pacífica y muy pintoresca. Tiene una población de menos de 300.000 habitantes, que es bastante si tenemos en cuenta que la población total de Noruega es de aproximadamente unos cinco millones de habitantes. Compara esto con el Reino Unido, que está justo al otro lado del Mar del Norte: es más pequeño de tamaño, pero tiene una población de más de 60 millones de personas.
Bueno, al menos, no hay tanta gente pululando alrededor. Lo que pasa es que mientras estábamos allí, Iron Maiden estaba en la ciudad para dar un concierto con aforo completo. Así que, naturalmente, parecía una convención de los Hijos de la Anarquía, con todos los restaurantes y bares llenos de gente con el pelo largo. El bar de nuestro hotel estaba tan lleno de chaquetas de cuero, que apenas podías moverte. Seguro que el ambiente estaba muy animado. El pianista toco incluso “El Número de la Bestia” :).
Una de las primeras cosas que me llamó la atención sobre Bergen, fue la luminosidad de los colores de las fachadas de las casas. Tal vez decidieron mejorar la apariencia de la ciudad para compensar el tiempo habitualmente gris y las noches interminables de invierno… Afortunadamente, no percibimos nada de esa tristeza. Todo lo que vimos era luminoso – laaaaargos días de sol (el sol se ponía pasada la medianoche, ¡sólo para salir de nuevo una hora más tarde!), cielos como los que describe el grupo A-ha en sus canciones, y nubes como bolas de algodón, mientras que abajo había un pintoresco muelle, bordeado por pequeñas casas de madera, además de yates y barcos atracados en el puerto. También había un par de lanchas – ¡para nosotros!
Pescar en Noruega es algo realmente especial.
En primer lugar, estábamos muy motivados: “¡Si no pescas nada, no hay cena!” Después nos enteramos de que no era temporada de pesca. ¿Eh? De todas formas, después de equiparnos con cañas, carretes y ropa de abrigo impermeable, los empleados de la empresa de excursiones de pesca nos desearon suerte y nos dirigimos hacia el Mar del Norte. Entonces, sucedió algo inesperado y bastante increíble: en sólo 15 minutos pescamos más de lo que 20 bocas hambrientas podrían comer de una sentada, tal vez incluso en dos :). Menos mal, ya que en los siguientes 15 minutos no pescamos nada, después de habernos alejado un poco de la mejor zona para pescar.
De regreso al puerto, nuestro pescado recién pescado fue trasladado rápidamente a la cocina más cercana. Primero, destriparon los peces dejando sólo el filete; luego, hirvieron los filetes ligeramente; los cortaron en pequeños trozos y los colocaron sobre finas tostadas de centeno con mantequilla salada; después le pusieron una pizca de pimienta y otras especias… y ya estábamos servidos. Sencillo. Pero muy sabroso. La primera remesa entró tan bien – es decir, rápidamente – que los chefs tuvieron problemas para mantener el ritmo de las siguientes tandas…
Inmediatamente después de este festín, teníamos que irnos… ¡a cenar! Pero la cena no nos impresionó menos de lo que lo hizo el aperitivo. Normalmente no habríamos sido capaces de terminarnos todo – desde luego no de tomar postre – pero supongo que eso es sólo una prueba más de lo delicioso que estaba todo. Y no sólo los peces. También hubo algunos platos mágicos, que batieron un record mundial, de zanahorias, rábanos y patatas que eran especialmente deliciosos. Y todo estaba maravillosamente bien acompañado de akvavit, bebida tradicional de la región.
Algunas fotos más de la lonja de Bergen…
A parte de todas las delicias culinarias que ofrece Bergen, también es la capital de los famosos fiordos noruegos. Pero eso ya lo conté en otro post…
* En realidad, he dicho una mentira piadosa. Las verduras más sabrosas que he comido fueron las que probamos en Esso, un pueblo de Kamchatka. Allí las huertas e invernaderos se riegan con aguas volcánicas/termales, que le da a todas las verduras un ligero sabor salado que es único. Sencillamente, no existen tomates o pepinos más sabrosos en el planeta que los de Kamchatka.
Adiós gente. ¡Hasta mañana! …