abril 30, 2015
Cuatro Pasajes Para Aogashima
Estaba navegando en Internet un día cuando me encontré con una historia sobre un lugar en Japón: es hermoso, algo inaccesible e interesante. Es la isla de Aogashima, que se encuentra entre el mar de Filipinas y el Océano Pacífico, a cientos de kilómetros al sur de Tokio. “¡Ajá!”, pensé, “Estaría bien echarle un vistazo…”. Resultó ser una buena idea y fui el sábado pasado a la isla. ¡Fue muy interesante, se los recomiendo!
Les diré qué tipo de isla es:
Se trata de una obra de arte natural inusual, una caldera volcánica: hace unos cientos de años, mucho después de que el volcán se desplomara para formar la caldera, surgió el cono de un nuevo volcán allí en medio.
Lo puedes apreciar en las fotos aéreas:
¡Hala!.Este lugar retirado y peculiar me llama como el canto de una sirena, ¡insistiendo que compre un billete de inmediato para ir! Así que llamé a KL Japón para pedirles unos cuantos detalles y para ver quién estaba dispuesto a acompañarme en el viaje; luego hice los preparativos, que resultaron ser algo complicado…
Así es, llegar a la isla no resultó nada fácil.
Sólo hay una opción para llegar: la isla Hachijo-jima que queda a 70km de allí. Se puede llegar a la isla Hachijo en un vuelo normal desde el aeropuerto Haneda en Tokio. Hay hasta tres vuelos al día, por lo tanto llegar a Hachijo-jima no es difícil. Por otro lado, llegar al destino final de Aogashima no es tan fácil: puedes llegar o por barco (sin horario fijo), o por helicóptero… Solo hay un vuelo por helicóptero programado al día y es a las 9 de la mañana. Para llegar a tiempo fue necesario tomar el vuelo que salía desde Tokio a las 7:30 de la mañana. ¿Saben a qué hora tuvimos que levantarnos? Estamos hablando de un sábado por la mañana en Tokio después de haber salido el viernes por la noche. Para el viajero novato, cuando sales el viernes por la noche en Tokio… pues la noche no acaba hasta las 7 u 8 de la mañana siguiente.
Nuestra recompensa por madrugar fue una vista gloriosa del monte Fuji-san, visto desde el lado derecho del avión, junto con otras vistas menos notables pero aun así hermosas de Japón.
¿Quién hubiera adivinado que subiríamos al volcán al día siguiente?
La escala es en Hachijo-Jima (la isla de hachijo)
Se puede ver en el fondo un grupo de estudiantes listos para el viaje de regreso.
Aquí viene nuestro carruaje, así que el clima está apto para volar después de todo. ¡Estamos listos!
Llegamos y mi primera reacción fue: “Está en medio de la nada, ¡pero por fin estamos aquí!”
La isla, para ser honesto, es muy pequeña con 5km x 3km de superficie aproximadamente… de hecho Wikipedia dice que es aún más pequeña con 2,5 por 3,5 y una población de 190 habitantes.
Las calles aquí abundan pero son todas estrechas y hay un límite de velocidad de 30km/h en toda la isla. Claro que no hay necesidad de darse prisa, uno puede llegar de un lado de la isla al otro en 15 minutos (y eso con calma).
15. Supongo que aquí hay más calles, hoteles (vi uno) y restaurantes (dos) “per capita” que en cualquier otro lugar, aunque no vimos ningún cine o discoteca.
Afortunadamente la gasolinera no estaba llena de gente. Tampoco había tráfico ni filas en las tiendas (mejor dicho tienda. ya que sólo hay una), ni letreros indicando que estuviesen a tope en los restaurantes. Todo lo contrario: cuando un coche pasaba la gente alzaba las manos, saludándolos con un “konnichiwa” (u “ohayoo goziamasu” o “konbanwa” según la hora).
Los turistas no-japoneses que se encontraban en la isla (o sea nosotros) también dijimos “konnichiwa”, saludándoles con las manos y tratando de comportarnos como buenos japoneses. ¡Les juro que lo intentamos! Aun así, cuando estábamos en una tienda, un niño empezó a llorar de miedo y se escondió en la falda de su madre al ver “gente tan extraña”. El que nos alquiló su coche nos dijo, “Suelen venir extranjeros de vez en cuando… pero es la primera vez que nos tocan rusos”. Eso es.
Nuestro coche:
Por cierto, Aogashima se encuentra dentro de la jurisdicción de Tokio a pesar de que se encuentra a 360km de la ciudad. Así que podríamos decir que “las calles de Tokio están más o menos bien, con los túneles tan estrechos que no pueden pasar dos coches a la vez, pero la gente es amable y se detiene para saludar a los coches cada vez que pasan”.
Como sea, superamos nuestro asombro, averiguamos qué era qué y nos registramos en el “hotel de negocios”. Así lo llaman, incluso está en el letrero… pero sólo hay un inodoro por planta.
¿Qué sigue? Obvio lo más importante es escalar hasta la cima para saciarnos con las vistas y paisajes, ¡justo como me gusta! !Allá vamos!
Hace mucho calor y estamos sudando, rodeados de trópicos y bambú. No está tan alto, es una altura de 100 o 150m total ¡pero es tan hermoso! Francamente se ve mejor en estas fotos profesionales pero incluso así es impresionante. Uf, ojalá no fuese necesario madrugar a las seis de la mañana y tomar un avión y un helicóptero…
Así que llegamos hasta la cima y echamos un vistazo a lo que nos rodeaba… ¡Increíble! La antigua caldera es bastante grande con un mini valle en medio y, en el centro del valle, el cono de un nuevo volcán. Es una vista súper, ideal para las fotos. Han podado rayas en los costados del nuevo volcán para que quede más visible.
Habría sido fácil seguir allí, gozando de las vistas hermosas, si no hubiera sido por los mosquitos (pequeños con panzas largas) que nos estaban fastidiando. Eran más grandes que los mosquitos normales pero más pequeños que una mosca normal y había una tonelada (realmente un montón). No podéis verlos bien en las fotos pero eso se debe más a que la cámara no atraía su atención. Lo más curioso es que congregaban en nuestros cuerpos haciéndonos cosquillas pero nunca nos picaron. Seguro que se debe a la cortesía japonesa. Cuando se acercan a la víctima zumban algo como “disculpe, lo puedo picar por favor?” Nosotros, los extranjeros ignorantes, nunca les respondimos así que se quedaban allí, atónitos y repitiendo su pregunta, esperando una respuesta que nunca recibieron.
No estoy seguro, pero creo que los mosquitos van por temporada. Puede ser que haya una estación del año en que no haya mosquitos, y los cerezos estén floreciendo y los extranjeros tengan sake en su sopa miso. Pero no hay manera de saberlo con certeza. Lo que sí sé es que es más fácil llegar a este lugar que dejarlo. Las condiciones climáticas llegan a tal punto que algunos turistas desafortunados se quedan atrapados en la isla por días o semanas esperando a que haga buen tiempo para regresar al resto de Japón. Olas tempestuosas, vientos violentos y aguaceros interminables… ¿Pero por qué tener prisa? Seguro que es mejor quedarse aquí en esta isla hospitalaria, acogedora y segura, donde…
… puedes visitar toda la isla, sea en coche o andando, haciendo tantas fotos como un paparazzi, y sigue siendo un día relajado; escalar hasta la cima, darle la vuelta al volcán interno y visitar el nuevo puerto… en un solo día.
También puedes ver el nuevo puerto desde la calle deteriorada de arriba e intentar conducir hasta el puerto antiguo. Después de eso puedes cocinar el almuerzo en los “hornos” que funcionan con vapor volcánico (donde todo se cocina al vapor), antes de visitar los baños onsen, que utilizan el agua caliente y el vapor que sale gratuitamente de fuentes subterráneas. Lo que sigue es simplemente pasear por las calles que van en todas las direcciones, evitando molestar a los habitantes. Para acabar el día, puedes visitar los restaurantes-bares locales… antes de ir a dormir.
La isla cuenta con otras atracciones: el nuevo puerto y la erosión del suelo (junto con los intentos para controlarlo).
En la temporada de lluvia se erosionan las cuestas fácilmente, dejando la roca del fondo al descubierto. Se pueden ver las consecuencias de este fenómeno desafortunado en las cuestas en la parte externa de la caldera. Los habitantes anclan las zonas erosionadas con celdas de hormigón. Estas celdas, vistas desde lejos, tienen una cualidad fantasmal, y si entrecierras los ojos casi parecen hechas por Gaudi
Este es el nuevo puerto y ¡vaya! ¿Algo tan grande para un lugar con menos de 200 habitantes? No pude evitar pensar cuántos metros cúbicos de hormigón colocaron por cada habitante de la isla… Es algo curioso pero, siendo Japón, sinceramente no me sorprende.
¿Realmente quieren que pase por un espejo y que resista a la tentación de sacarme una selfie?
Puedes encontrar el resto de fotos aquí.