marzo 31, 2014
3, 2, 1… ¡Despegue!
¡Por fin! Otro sueño hecho realidad: ¡asistir al despegue de una nave espacial! ¡Wow!
Despegó la semana pasada desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán y el fin de semana ya había llegado a la Estación Espacial Internacional y se había anclado a ella. La tripulación estaba integrada por dos astronautas rusos y un norteamericano; tal vez esto explica porque en la ciudad y en nuestro hotel se escuchaba mucho el acento estadounidense.
Asistimos al despegue y nos ubicamos a un par de kilómetros de la plataforma de despegue. Puede parecer una distancia muy grande, pero no lo es. No es como ir a un concierto de U2 en un estadio y elegir los asientos que están más lejos, eso sería sólo una pérdida de tiempo y dinero. La experiencia de Baikonur fue absolutamente increíble. La potencia del cohete se sintió en todos los alrededores. Parecía como si la tierra hubiera empezado a temblar justo en el momento del despegue. Absolutamente desconcertante.
La presencia de la punta indica que adentro hay tripulación; si el cohete no tiene punta, significa que se trata de una misión sin tripulación, controlada de forma remota