BRASILIA, LA CAPITAL CON POCO TRÁFICO

¡Hola amigos!

Como se pueden imaginar leyendo el título de este post, les escribo desde la capital de Brasil, una de las futuras potencias de América Latina, gracias a su economía en constante crecimiento. Se trata de una ciudad de 2,6 millones de habitantes y, pese a esto, no hay mucho tráfico. No es algo muy común, normalmente pasa sólo en las capitales de países muy grandes y extensos. De todas formas, Brasilia tiene algo más que la hace diferente a otras ciudades: es la capital de la república del fútbol, del Cachaza, de la Samba y el carnaval…

¿Ahora me creen?

Naturalmente, hay colas de coches, sobre todo en los semáforos, pero, en líneas generales, el tráfico fluye de manera bastante rápida (un poco más lento por la mañana y sin problemas por la noche o durante el fin de semana), algo que no se ve en la mayoría de las grandes ciudades.

¿Es necesario que los peatones esperen al hombrecito verde?

¿Cómo puede ser que una capital tenga calles tan tranquilas? En 1960, el presidente de entonces decidió mover la capital desde la densamente poblada Río de Janeiro (población actual: 12 millones de habitantes) a una región central del país que sea neutral a nivel político, la Siberia de Brasil, para entendernos. Así que crearon una nueva ciudad que se llamó Brasilia.

Ya que la construyeron de la nada en un campo, su realización fue planeada siguiendo los principios de la lógica y de la comodidad. Mirándola desde arriba, Brasilia se parece al fuselaje de un avión con sus alas. Volviendo a la tierra, está caracterizada por sus calles muy amplias, sus cruces complicados, muchos autobuses que van y vienen (¿será por esto que hay tan poco tráfico?), grandes céspedes y largas avenidas. Tampoco los edificios están pegados el uno al otro para economizar el espacio, aquí hay sitio de sobra. Lo bueno es que los coches ni se dan cuenta de que hay peatones, aunque haya muchos vehículos por las calles. Durante el horario de trabajo en el centro hay un montón de coches pero bien aparcados e, incluso, pareciera que los coches y los peatones se llevan bastante bien… pese al tráfico y a la gente por la calle en las horas pico.

Se parece a una Villa Olímpica

Otra cosa positiva de Brasilia: hay un lago maravilloso y el paisaje es muy agradable.

Ahora vamos con los contras: como he dicho, la ciudad está bien diseñada, pero se construyó en los años sesenta/setenta y digamos que el estilo no es de los más bonitos del mundo. Mucho cemento, plazas rectangulares,  experimentos  arquitectónicos excéntricos y sin éxito, muchos edificios horrorosos con un estilo que recuerda a Europa del Este… por suerte, hay muchas zonas verdes que mejoran un poco la situación.

Parece que estamos en Cuba

Ah, otra cosa.  ¡Aquí no hay Internet! En serio, nada. Aunque pagando mucho; en teoría hay, pero pagas y luego no funciona. La gente de aquí parece que ya está acostumbrada. ¿En serio?

Ah, sí… ¡En el hotel de “cinco estrellas” Royal Tulip no había agua caliente! Por suerte soy ruso y no es un drama para mí (para quien no lo sepa, normalmente en Rusia se corta el agua caliente en los edificios un mes al año durante el verano. Es porque el agua caliente llega desde una instalación central y pasa ya caliente por unas tuberías bajo tierra). Además, todo el mundo sabe que me encanta bañarme en el Río Katún con la temperatura de 8 grados pero, de verdad, no es posible que no haya agua caliente en un hotel de 5 estrella de una capital.

Luego hay que tener en cuenta la criminalidad de Brasil. La capital tiene barrios pobres y, en consecuencia, más peligrosos. Hubo casos de turistas a los que robaron sus cámaras durante el día, la tasa de homicidios es espantosamente alta y hay mucha criminalidad infantil. Nada agradable…

Bueno, hemos hablado de los aspectos negativos de Brasilia…

Ahora volvemos a lo positivo.

La embajada de Rusia en Brasilia es absolutamente increíble y majestuosa. Hablo de su interior, porque desde afuera el edificio es bastante normalito. Sobre todo la sala principal es un encanto: parquet maravilloso, mucho mármol y en las paredes obras de Tsereteli. ¡Me encantó!

El único problema es que el edificio es de hace casi 40 años y parece un poco obsoleto.  Por ejemplo, el suelo de madera está consumido y desnivelado. Luego están las lámparas de araña… tan setenteras. Me han dicho que no hay dinero suficiente para una buena reforma.

¿Qué más? En el aeropuerto de São-Paulo nos sorprendió mucho ver cuántas aerolíneas viajan directamente a Brasil, como por ejemplo Air China o Korean Air (hasta 2008 también la compañía nacional japonesa hacía esta ruta pero la abandonó por problemas económicos). Eso significa que otra vez es posible viajar desde Asia hacia América Latina sin conexión con Estados Unidos o México. ¡Qué bien! ¿Por qué me alegro tanto? Porque muchos aeropuerto de EE.UU. o los de la capital mexicana son una verdadera pesadilla con los controles de pasaporte. Hay que esperar horas y horas para todos los trámites. Mejor evitarlos.

Me llamó la atención que entre las compañías que viajan directamente a Brasil está también Ethiopian Airlines. ¡Bravo! Así ya se puede ir desde Adís Abeba. Probaré esta ruta la próxima vez… me quedaré ahí un par de noches y daré un paseo por la ciudad. Me gusta la idea.

En fin, volviendo a la ciudad sin tráfico, he notado algunos elementos que emparentan esta ciudad con Canberra y Tokio. Canberra, al igual que Brasilia, es una ciudad planeada y construida de la nada (y que está en medio de las ciudades más importantes de Australia, Sídney y Melbourne). También se sitúa en una llanura, es una ciudad relativamente pequeña y no tiene mucho que ofrecer aparte de los edificios del gobierno. Hay muchas calles vacías.

En Tokio también hay pocos coches pero por razones diferentes. Primero porque desde hace años ya no se puede aparcar gratuitamente y luego tiene un servicio de metro increíble, el más largo y utilizado del mundo.

Podéis encontrar todas las fotos del viaje a Brasilia en mi página de Flickr.

 

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