Altái-2016: Heli-Belukha y Acua-Katun

Esto nunca había pasado, pero está pasando otra vez.

¿Quién podría rechazar la oportunidad de volar en helicóptero sobre picos puntiagudos y profundos barrancos? Sin mencionar volar por primera vez sobre Beluja, ¡además de la oportunidad de llevarte tu equipo de rafting hasta la cabeza del río Katun!

Pero ¿por qué usar palabras? Este es un lugar para ver en fotos, no para leer…

El viaje empezó con una placentera sorpresa: ¡el helicóptero llegó a tiempo! Por mi experiencia en Kamchatka, a consecuencia de su clima inestable, los helicópteros nunca llegan a tiempo; esto me hizo creer que la palabra “helicóptero” es sinónimo del verbo “esperar”: a veces hasta 24 horas, con suerte; algunas veces más, si no tienes suerte. He tenido mucha suerte. Pero a veces, ¡bum!, ¡qué sorpresa! ¡Aquí los helicópteros llegan a tiempo!

Nos dimos prisa en cargar nuestras cosas…

“Disculpe, señor, ¡lléveme con usted!”

¿Todo listo?

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¡Vámonos!

Para algunos este fue su primer viaje en helicóptero…

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Otros hacían fotos de todo, como de costumbre.

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Y aquí estamos, volando, viendo todo lo que nos rodea. “Totalmente salvaje” puede ser el término más comprensible que me viene a la cabeza para esta experiencia.

Mientras tanto, en la cabina…

Volando sobre la cadena montañosa…

Descendiendo…

El comienzo del río Katun…

Descarga rápida… o, quizá, aterrizaje rápido.

Ya estamos en tierra, ¡el helicóptero vuelve a casa!

Me pregunto por qué está tan feliz esta gente…

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¡Ah! Les encanta trabajar en exteriores, en la mitad de la nada, ¡en buena compañía!

Y ahí está Katun, no es el gran río que pensé…

Puede contemplarse visualmente…

…o no!

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Probando las balsas, de un lugar a otro…

// dijeron: “vamos a pescar algunos peces en el arroyo” y luego dijeron “había muchos peces, pero los dejamos marchar”.

Y después me metí en el agua sin ninguna embarcación.

Después de eso, el lugar paso a ser un sitio popular para hacer fotos.

Pero, para entonces, era de noche, los “pescadores” volvieron y después tuvimos una cena festiva en la fogata. Al día siguiente, ¡empezó una larga aventura de casi 415 kilómetros!

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